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Discontinuidades burocráticas. Parte 2 de 3

Israel Aguilar Márquez
The University of Sheffield

Las principales mejoras al funcionamiento de la Administración Pública Federal durante el sexenio de Vicente Fox fueron el establecimiento del Sistema de Profesionalización del Servicio Público y la instrumentalización del derecho al acceso a la información gubernamental. Ninguna de ellas fue una iniciativa emanada de la Presidencial de la República.
Servicio Profesional de Carrera en la Administración Pública Federal
La profesionalización del servicio público había sido una aspiración desde el establecimiento de los gobiernos institucionales postrevolucionarios. Sin embargo, fue hasta la década de 1990 en que distintos actores públicos (principalmente académicos, políticos y funcionarios públicos) enfatizaron la necesidad de contar con servidores públicos calificados y hacer de la función pública un ámbito meritocrático. Se buscaba elevar el perfil profesional de los funcionarios, mejorar el desempeño del servicio público, limitar al mínimo la visión patrimonialista del Estado (que percibe a los cargos públicos como un «botín» que se reparte entre los allegados del político electo) y la gestión pública basada en improvisación y ocurrencias.
Algunas dependencias públicas habían implementado sistemas de gestión de recursos humanos y profesionalización; sin embargo, aquellas propuestas eran limitadas, parciales y conservaban un margen de discrecionalidad. Entre las dependencias públicas que realizaron estos primeros esfuerzos se encuentran: la Secretaría de Relaciones Exteriores, Secretaría de Educación Pública, Comisión Nacional del Agua, Instituto Federal Electoral y Secretaría de Hacienda y Crédito Público (Martínez Puón, 2003).
En octubre de 2000, el Senador priísta Carlos Rojas Gutiérrez presentó la iniciativa de Ley para el Servicio Profesional de Carrera en la Administración Pública Federal. En abril de 2002 el Senador panista César Jáuregui Robles presentó la iniciativa de Ley Federal del Servicio Público Profesional. Finalmente, la Diputada perredista Magdalena del Socorro Núñez Monreal presentó en octubre del 2002 la iniciativa de Ley Federal del Servicio Público de Carrera. La iniciativa (síntesis de las tres, pero basada principalmente en la propuesta de la bancada de Acción Nacional) fue aprobada en octubre de 2002 por la Cámara de Senadores y en marzo del 2003 por la Cámara de Diputados. El decreto fue firmado el 9 de abril de 2003 por el Presidente de la República y se publicó la Ley del Servicio Profesional de Carrera en la Administración Pública Federal en el Diario Oficial de la Federación al día siguiente.
En términos generales, el sistema de profesionalización incluía siete subsistemas, que de una manera holística y transversal consideraba las distintas fases para la gestión de capital humano, desde antes de su incorporación a la administración pública hasta después de su separación. Los subsistemas eran los siguientes: 1) Planeación de Recursos Humanos, 2) Ingreso, 3) Desarrollo Profesional, 4) Capacitación y Certificación de Capacidades, 5) Evaluación del Desempeño, 6) Separación y 7) Control y Evaluación. Además, el medio de difusión que permitía vincular a la oferta con la demanda laboral era un sitio web: trabajaen.gob.mx. De esta manera, se pretendía eliminar la intervención de mediadores que favorecieran a algún candidato, haciendo el proceso de selección de los aspirantes objetivo y confiable.
Transparencia y Acceso a la Información Pública Gubernamental
Si la división de poderes es un control indirecto del poder público, la transparencia de las organizaciones gubernamentales y las solicitudes de información permiten un control directo de los gobernados sobre los gobernantes (Becerra y Lujambio, 2006). En 1977, como parte de una profunda reforma política, el artículo sexto de la Constitución Política de los Estados Unidos Mexicanos fue reformado el artículo sexto para agregarle la frase: «el derecho a la información será garantizado por el Estado». Esta adición suscitó debates respecto a su contenido y alcance. En 1985, la Suprema Corte de Justicia de la Nación (SCJN) sostuvo que esta reforma al artículo sexto constitucional no pretendió establecer una garantía individual para que los gobernados accedieran a la información de los órganos del Estado en el momento en que lo quisieran. En 1996, con motivo de la matanza en Aguas Blancas, Guerrero, la SCJN rectificó este criterio al reconocer que el ejercicio del derecho a la información es fundamental para mejorar la conciencia ciudadana y el progreso social. Así, las autoridades gubernamentales debían hacer sus acciones del conocimiento de sus gobernados, en respeto a la verdad. Varias resoluciones posteriores confirman esta interpretación y se reconoce que el artículo sexto constitucional consagra el derecho de todo ciudadano a la información con el carácter de una garantía individual (López-Ayllón y Arellano, 2008).
Sin embargo, no fue sino hasta 2002, en que esta garantía individual pudo aplicarse. En ese año se aprobó por unanimidad parlamentaria la Ley Federal de Transparencia y Acceso a la Información Pública Gubernamental, cuya iniciativa había tenido su origen en la sociedad civil, impulsada por el llamado «Grupo Oaxaca», que se encontraba integrado por académicos, organizaciones de la sociedad civil y medios de comunicación. Sin embargo, la política de transparencia y la ejecución de esta ley han tenido diversas dificultades en su cumplimiento. Una de las principales limitaciones para garantizar el derecho a la información pública ha sido la resistencia de los sujetos obligados a acatar los ordenamientos en materia de transparencia.
Discontinuidades
Desde el inicio de la administración encabezada por Felipe Calderón, se evidenciaba el manejo que tendría el sistema de profesionalización y la política de transparencia. En primer lugar, en distintas entidades de la Administración Pública Federal a los funcionarios que se encontraban dentro del sistema (enlaces, jefes de departamento, subdirectores, directores de área y directores generales), se les solicitó su renuncia. Además, a lo largo del periodo calderonista se utilizó el resquicio legal que otorgaba el artículo 34 de la Ley del Servicio Profesional de Carrera en la Administración Pública Federal, que contempla los casos excepcionales por los cuales se puede contratar directamente a un funcionario, sin necesidad de hacerlo siguiendo los pasos del sistema. Así, la excepción se hizo regla. Poco a poco se ha ido desdibujando el sistema de profesionalización, al punto de que han existido propuestas para que desaparezca completamente. Y es que simular que se cuenta con un servicio público profesional resulta sumamente costoso.
Con respecto al acceso a la información. Desde el inicio del sexenio se intentó eliminar a los comisionados del IFAI que resultaran incómodos o sumamente críticos. Fue el caso de Juan Pablo Guerrero Amparán. Así, al final de la renovación del IFAI el comisionado presidente fue Alonso Lujambio Irazábal, hombre de confianza de Calderón, quién abandonaría este cargo tiempo después para integrarse al gabinete como Secretario de Educación Pública. Además, las entidades públicas han interpretado la Ley de Transparencia para preservar el principio de opacidad, argumentando que ellas no son responsables de generar la información específica para responder cada solicitud de información, por el contrario, su única función es proporcionar la información que se genera. Esta medida ha implicado que las entidades públicas federales han dejado de producir documentos de uso internos (como memorandos, oficios, circulares y comunicados) y sólo responden favorablemente las solicitudes de información que señalan puntualmente el o los documentos específicos.
Estos son sólo dos ejemplos de discontinuidades burocráticas entre los sexenios foxista y calderonista ¿Cuáles son las expectativas para el periodo que está por comenzar?

The ‘super’ Ministry of the Interior.


By Jose Angel Garcia
The University of Sheffield

The existent Ministry of Public Security (Secretaría de Seguridad Pública, SSP) is about to disappear. According to its detractors, its lack of results, inefficient coordination with other Ministries, mainly the Procuraduría General de la República (PGR), and the multiple embarrassments in which it has been involved (like the Florence Cassez and the Tres Marias cases), have contributed to the decision to discard it after 12 years of existence.
Enrique Peña Nieto, Mexico’s next President, as well as the members of its ‘transition team’ ensure that its elimination and the incorporation of its functions into the Ministry of the Interior will improve the provision of public security. By establishing a better and permanent coordination of all the efforts and instruments of public security, including the federal prison system, they say, the Ministry of the Interior will be capable of contributing to the prevention of crime, to safeguard the integrity of the individuals and to preserve the public freedom, order and peace.
It is true that the current SSP have proved to be incapable of dealing with the rising levels of insecurity and violence in Mexico. This is why, senators and deputies of both the PRI and PVEM, now in power, have rushed to make use of the weaknesses of the SSP to ensure that a change is needed. All of them, coordinated by Pedro Joaquin Coldwell and Manlio Fabio Beltrones, are now ensuring that the proposed reform will ‘change what did not work as expected’, giving the society the level of public security that deserves.
As we, the society, government, etc., would like to notice an immediate and radical positive change in the current conditions of public security, the above mentioned sounds coherent, necessary and justifiable. However, we must not forget that the reasons why the SSP is now disappearing were the same reasons behind its creation in 2000. In words of former President Vicente Fox, the SSP was institutionalized to guarantee the prevention, maintenance and re-establishment of order and public security. All of this at the same time that it promoted the cooperation and coordination between the three levels of government and the society. Then, what would be different this time? As Ricardo Anaya, from PAN, has argued, in which way taking the security functions from the SSP to the Ministry of the Interior will automatically promote an improvement in public security? Furthermore, which are the mechanisms that will ensure that the future ‘super’ Ministry of the Interior will not use its power and capabilities for political purposes?
Different political analysts and politicians from the leading opposition party, the PRD, have ensured that giving so much power to the Ministry of the Interior can  be counterproductive. If the proposal is accepted, the Ministry of the Interior, responsible of coordinating the power relations of the Executive with the Judiciary and Legislative powers, but also states, political parties, and Civil Society Organizations; will now also have the power to formulate and execute the policies, programs and actions regarding the internal security. More importantly, by absorbing the Federal Police (Policía Federal) the Ministry of the Interior will be able to make use of the police, whenever it considers necessary, to intervene in situations of imminent risks or violence.
Although the initiative presented by PRI and PVEM briefly describes the objectives of this reform, it does not state the legal mechanisms of control for the future functions of the Ministry of the Interior. For this reason, contrary to the blind predisposition of PRI and PVEM politicians to approve the proposal, deputies and senators of all parties should study it properly to establish the required controls to its functions. If that does not happen, the risk of having a Ministry of the Interior capable of using the police forces for political purposes is more than feasible, and not even the existence of strong social organizations and division of powers (Executive and Legislative) would be able to counterbalance its power, as it is ensured by the members of Peña Nieto’s transition team.  

Discontinuidades burocráticas. Parte 1 de 3

Israel Aguilar Márquez
The University of Sheffield

La naturaleza de toda organización es la estabilidad. Sin embargo, la permanencia de sistemas no es absoluta. En algunos casos, las actividades cotidianas se modifican paulatinamente sin que estos cambios sean perceptibles. En otras ocasiones, existe la necesidad de cambiar para adaptarse a contextos inciertos, complejos y competitivos, con el objetivo de preservar la organización. En otras ocasiones, las organizaciones son objeto de cambios planificados que buscan adecuar su estructura, funciones o los resultados obtenidos. El cambio organizacional es un fenómeno complejo, distintas son las causas que los originan, diversos son los resultados y, en ocasiones, simplemente representan un gasto de recursos infructuoso.
Las organizaciones burocráticas en México, y los funcionarios públicos que en ellas laboran, afrontan al termino de cada periodo administrativo riesgos y posibilidades. Se ha llegado a afirmar que «el gobierno se reinventa cada seis años». Y esta sentencia parece no ser errónea. Cada tres o cuatro años (en el caso de las burocracias municipales) y cada seis años (en el caso del ámbito estatal y federal) se realizan múltiples modificaciones a la burocracia existente. Los cambios pueden ser menores. Por ejemplo, el cambio de la denominación de una entidad pública, sin que existan modificaciones en su estructura y funciones. Por otro lado, los cambios pueden ser significativos, llegando a desaparecer instancias públicas, eliminando sus funciones, o dejando que otro aparato gubernamental las absorba.
Las políticas y programas públicos también son modificados. Son sumamente escasos los programas públicos que sobreviven a los cambios de gobierno en México. Sin embargo, aquellos programas gubernamentales que se mantienen transexenalmente no están exentos de sufrir modificaciones. En México, el caso más emblemático es Oportunidades. Los programas para asistir a los grupos poblacionales menos favorecidos no eran novedosos en la década de los años ochenta. Sin embargo, fue en el sexenio de Salinas de Gortari que se diseñó una política integral de atención a las personas en condiciones de vida precarias. El Programa Nacional de Solidaridad se retomó y sufrió importantes cambios en el periodo de Ernesto Zedillo, lanzándose como Programa de Educación, Salud y Alimentación (Progresa). En el sexenio de Vicente Fox, la política social gubernamental sufrió ajustes, creándose el Programa de Desarrollo Humano, Oportunidades. Con algunos cambios, este programa se mantuvo durante los seis años de gobierno calderonista.
Sin embargo, existieron reformas tajantes entre el gobierno foxista y calderonista. En materia de educación básica, por ejemplo, durante el sexenio foxista la política en este ámbito se articuló alrededor de cuatro programas: Expansión y Mejoramiento de la Calidad de la Educación Preescolar, Programa Nacional de Lectura, Enciclomedia y Escuelas de Calidad. Pero estos programas fueron abandonados en el sexenio de Felipe Calderón, pese a la alta inversión que se había realizado en los seis años anteriores de gobierno. Cabe destacar que aunque ambos presidentes fueron candidatos del mismo partido político, los dos mostraron dos concepciones distintas de la realidad nacional y afrontaron los distintos problemas públicos de maneras diferentes.
En el sexenio de Vicente Fox se dieron dos avances significativos dentro de la estructura y funcionamiento del aparato burocrático nacional. En primer término, se diseñó e instauró el Servicio Profesional de Carrera, como mecanismo de fortalecer la gestión del capital humano en las instancias públicas federales. En segundo lugar, se aprobó la Ley Federal de Transparencia y Acceso a la Información Pública Gubernamental, creando el Instituto Federal de Acceso a la Información Pública, IFAI, al que se le ha agregado (en sus funciones y denominación) la protección de datos personales. Sin embargo, ambos esfuerzos tuvieron un desarrollo errático a lo largo del sexenio de Felipe Calderón, que los llevaron prácticamente al fracaso.