Llegó el tiempo del Debate

Emilio M. González
(University of Sheffield)

Hace un par de días se realizó una votación en Estados Unidos que empuja ligeramente a México a una interesante coyuntura. El martes 6 de noviembre Washington y Colorado se convirtieron en los primeros estados que permitirán la posesión y consumo de mariguana para uso recreativo en Estados Unidos. A estos  hay que sumar una lista de 14 estados que permiten su uso medicinal. Bajo las iniciativas aprobadas en Washington y Colorado se permite la tenencia para uso personal de 28.5 gramos de cannabis. ¿Qué repercusiones tiene esto en México? La respuesta depende completamente de nosotros. Por un lado podemos cerrar los ojos a la realidad que se está viviendo en Estados Unidos y mantener el statu quo, o podemos tomar esta votación como el punto de partida de un debate que hasta la fecha se ha venido postergando en el país.
No son pocas las voces que dicen que la estrategia contra el crimen organizado se debe de reorientar. Ante esta afirmación en varios foros, artículos y libros, se ha propuesto la despenalización de algunas drogas como una solución. El argumento detrás de estas voces es que al ser substancias prohibidas se genera un mercado negro, lo cual encarece su precio dándole ingresos muy altos al crimen organizado, otorgándole la capacidad para utilizar estos ingresos extras en sobornos o armas. Aunque estás afirmaciones son ciertas, la legalización de las drogas por si sola no terminaría con la violencia, simplemente diversificaría las actividades del crimen organizado aumentando posiblemente otro tipo de ilícitos como el secuestro y la extorsión. 
Uno de los problemas en la estrategia contra el crimen organizado es la ambigüedad que existe en si la estrategia es de seguridad o de salud. El principal slogan de la campaña del gobierno federal es: “Para que la droga no llegue a tus hijos”, claramente hace referencia a cuestiones de salud. Por otro lado la lucha contra el crimen organizado se justifica para mantener el orden en el país y no entregárselo a los criminales. Esta ambigüedad ha contribuido a la satanización del tema, en donde se percibe la legalización como un retroceso y prácticamente la aceptación de la derrota frente al crimen organizado.
La realidad es que las recientes reformas en Washington y Colorado ponen a México en una situación estratégica. De acuerdo al Informe Mundial sobre las Drogas, México y Estados Unidos son los principales productores de mariguana en el mundo. La regulación mexicana permite el consumo de mariguana y otras drogas, pero prohíbe su producción o venta. Lo cual se puede calificar por lo menos de incongruente. Creo que es momento de aprovechar la coyuntura internacional y empezar un debate para analizar los pros y los contras sobre modificaciones a esta ley.
Una opción, pensando que la despenalización en Washington y Colorado podría representar el inicio de una tendencia, podría ser la despenalización de la producción en México. Con el objetivo de convertirnos, esta vez de manera lícita, en los principales proveedores de mariguana de Estados Unidos. Generando como consecuencia empleos, ingresos e impuestos. Dichos impuestos podrían utilizarse   para crear un fondo para impulsar la educación y prevenir las adicciones.
El otro lado del debate es donde los costos son más altos que los beneficios, y la despenalización de la producción generaría una mayor dificultad para el gobierno para controlar la venta de sustancias ilícitas. O la misma despenalización de la producción traería como consecuencia la despenalización de la venta y esto a su vez el aumento en el consumo, incrementando los costos de salud del Estado. Lo cierto es que existen argumentos de ambos lados a favor y en contra de la despenalización de la mariguana.
En mi opinión la despenalización de drogas blandas no terminará con la violencia del crimen organizado, por lo que este no debe ser el centro del debate. Se debe analizar el tema desde una perspectiva económica y de salud pública, evaluando los beneficios que traería al país, así como los costos a futuro. Es innegable que llegó el tiempo del debate. Es momento que nuestro legisladores pongan el tema en tribuna y debatan que rumbo le conviene a México. 

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